Tic, tic, tic...

Hace tres semanas comenté que George Zimmerman había protagonizado otro incidente de violencia de género, y apunté que él  se sale con la suya porque las víctimas se arrepienten de  su denuncia, impidiendo con ello que se le pueda encausar.

Pues, acaba de suceder otra vez. Su expareja se ha negado a cooperar con las autoridades, y la Fiscalía no ha podido continuar con el caso. Uno supone que esas mujeres tienen que estar aterradas, y no se atreven a declarar en contra de él, por temor a que ocurra un «fracaso de la justicia» y él se vengue de ellas al verse libre, o a que lo condenen a un término de reclusión corto y él salga a hacerles daño.

Lo que llama la atención es que una persona tan conocida como él, por motivos negativos, encuentre parejas que se expongan a su evidente desequilibrio mental. Dicho de otra manera, esas mujeres están más locas que él.

Mientras tanto, el reloj de la bomba de tiempo sigue en su cuenta regresiva...

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