Un cabro y muchas lechugas

El lío en que se ha metido el padre de la Secretaria de la Gobernación es una muestra más de la imprudencia de colocar los cabros del sector privado a velar las lechugas de los intereses públicos.  El señor CPA -- muy influyente en los círculos de poder del partido de gobierno -- ha ejercido sus malos oficios -- así ha quedado estipulado en un pleito -- para repartir el bacalao de los seguros gubernamentales. El hombre es un notorio recaudador de fondos para el partido gobernante, y no conforme con el nombramiento de su hija como «Virreina» en el Palacio de Santa Catalina, tiene a finger in every pie, para decirlo en el idioma que estoy seguro prefiere.

Es el pago de favores políticos. Se dona y se recoge dinero, para que el gobierno triunfante los nombre a juntas de directores de entidades donde se puedan hacer negocios muy lucrativos para el donante y sus allegados. Todos los gobiernos hacen lo mismo: con la excusa de que se trata de gente preparada y prominente en diversos campos, colocan a estos blanquitos para que se enriquezcan aun más, y puedan donar más al partido que los favorece con los fondos públicos.

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