El desgobierno en la calle

Las manifestaciones y marchas públicas -- tan aplaudidas como expresiones de un civismo militante -- acaban de caer en cierto descrédito, con las recientes en apoyo al «Chapo», meganarcotraficante mexicano. Al igual que Pablo Escobar, este hombre tiene un «club de admiradores» entre los beneficiarios de su empresarismo clandestino y munificencia personal. En un mundo en que los supuestos «buenos» abusan de y explotan a los menos afortunados, «los olvidados» le viven agradecidos a los malos que, por lo menos, se acuerdan de ellos. Lógica perversa, pero entendible.

En cualquier caso, no nos dejemos impresionar por la mucha o poca gente en la calle reclamando esto o aquello. Hay otros «delincuentes» que aprovechan las masas para adelantar agendas que, en última instancia, son contrarias al mejor interés público.

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