Sensibilidad patriótica

Una vez más los puertorriqueños con conciencia nacional e histórica -- es decir, unos pocos -- pasamos por la humillación de que en nuestro suelo cautivo se celebre la independencia de otro país. Hoy comienza la Semana Dominicana y, justamente, los nacionales de dicho país que viven aquí celebran su independencia el 27 de febrero. Nada inherentemente malo hay en ello, por supuesto, pero la ironía es demasiado grande para que pase inadvertida para ellos y para los independentistas puertorriqueños, que miramos ésta y las demás conmemoraciones similares de otros países con sana envidia. Se trata de «mentar la soga en casa del ahorcado», celebrar la liberación nacional de su país de origen en un país que no la ha alcanzado nunca. Aunque no lo hagan con esa intención, hay algo de insensibilidad en ello.

Quizá sea mucho pedir, pero las comunidades de países hermanos aquí deberían abstenerse de celebrar -- sobre todo de forma ostentosa y prolongada -- su libertad en un país que no la tiene. Sería una forma modesta y simbólica de apoyar el reclamo reciente de CELAC y el de varias décadas del Comité de Descolonización de la ONU a favor de la libre determinación e independencia de Puerto Rico, por parte de nuestros hermanos caribeños y latinoamericanos.

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