Agua turbia

La noticia de que la Vicepresidenta de Administración de la Autoridad de Acueductos y Alcantarillados ha renunciado a ese puesto, a raíz de un señalamiento de auditoría interna sobre aceptación de pagos a ella por «acelerar» pagos a contratistas viene a colmar la copa de los desmanes gubernamentales, en un momento de gran disgusto y tensión en el país. Lo denunciado sería inaceptable e inoportuno en cualquier momento, pero, en éste tan crítico, es un balde de agua fría a la confianza ciudadana en la gestión pública.

Justo cuando se pide comprensión al pueblo ante la inminente implantación de un sistema impositivo que encarecerá significativamente la vida cotidiana en todos sus renglones, un abuso de prerrogativas y prácticas ilícitas en el servicio público son lo menos que necesita un gobierno desacreditado por los cuatro costados.

Por lo pronto, la mujer ha dejado su puesto de confianza y regresado al de carrera, pendiente de lo que una decisión final externa e independiente arroje. Pero, de confirmarse los hechos imputados preliminarmente, sus días en ese puesto también están contados, pues es inadmisible que permanezca en el servicio público en cualquier capacidad.

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