El negocio de la política

No es la primera vez que se señala públicamente el desacierto de aprobar incentivos económicos al sector privado para que cree empleo y riqueza, y lo poco, si algo, que eso ha producido en beneficio del país. El estimado de $1,569 millones lo pone en perspectiva, sobre todo en esta época de estrechez fiscal gubernamental. Dicho de otra manera, los gobiernos de los dos partidos que se turnan en administrar la colonia le han regalado esos fondos públicos a gente acomodada y pudiente, que le promete que va a establecer o ampliar su empresa y, luego de beneficiarse de esos alivios, aportaciones y exenciones, incumplen impunemente con lo prometido. Como esas personas son, a la vez, donantes y recaudadores a manos llenas de ambos partidos políticos, aquí paz y en el cielo gloria, que para eso es que se da dinero a los políticos.

Esta mala costumbre continuará porque los partidos dependen demasiado de esas aportaciones económicas. Los ricos dan o recogen dinero para después pasar la factura, y uno de los renglones en ella es el de la legislación que les favorezca en sus negocios. Por eso, no se piden ni se pedirán cuentas sobre el cumplimiento de las condiciones para beneficiarse de este tipo de «mantengo corporativo».

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