Gobierno opaco

Este gobierno, que, cuando todavía no lo era, hizo alarde de su compromiso con la transparencia ha caído en un patrón de ocultar información sobre asuntos de un gran interés público. A lo señalado hace unos días acerca de la secretividad con el informe de la reforma contributiva, hay que sumarle la relacionada con el proyecto de la incineradora de desperdicios sólidos en Arecibo.

Sucede que el gobierno, en vez de velar por el interés público, se muestra muy preocupado por proteger un supuesto interés de la empresa en su «competitividad». Hay funcionaros cuya mentalidad es eminentemente corporativa, en parte porque vienen de ese mundo y a él volverán cuando salgan del servicio público. Esas personas piensan como hombres y mujeres de negocios, y su corazón está en la esfera privada. Por eso, en el mejor de los casos, su agenda personal es la de adelantar los intereses empresariales. En el peor de los casos, están en la nómina de esas compañías que hacen negocios con el gobierno, aunque su pago sea «diferido» hasta que dejen de ocupar un cargo gubernamental.

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