La indignidad del silencio

La Jueza Presidenta del Tribunal Supremo de Puerto Rico y su Directora Administrativa de los Tribunales han asumido una actitud de cerrazón en el manejo del suicidio del juez Ramírez Lluch. Bajo fuego dentro y fuera del poder público que dirigen, se han refugiado en una atalaya de silencio y tecnicismos, para eludir su deber de explicarle al país lo ocurrido. Con ello, lejos de acallar el reclamo general de transparencia, lo han avivado. Con cada día que pasa, se fortalece la sospecha de que no se actuó bien, algo que viene a sumarse al descrédito que aqueja a la judicatura desde hace algún tiempo.

Es la vieja costumbre judicial de no dar explicaciones, y pedir que se acepte, por fe, lo que se hace. El exjuez Hernández Denton hablaba de «la dignidad del silencio», para explicar su mutismo cuando no quería hablar de algo. Pero, hay silencios que son indignos.

Este es uno de ellos.

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