Bacó, el abacorado

El careo fuerte en la Cámara de Representantes por la rendición de cuentas de la docena de agencias debajo de la sombrilla del Departamento de Desarrollo Económico y Comercio pone de manifiesto un problema de fondo más allá de un mero conficto de personalidades. El incumplimiento con la obligación de rendir informes trimestrales a la Asamblea Legislativa es de esperarse, por dos razones. Primero, porque resulta oneroso para Bacó y su gente -- que andan como locos tratando de crear empleos en esta situación económica tan adversa -- estar rindiendo informes cada tres meses, un periodo muy breve para registrar resultados significativos. Bacó, se entiende, se siente abacorado por los legisladores que, desde la comodidad de sus oficinas, imponen requisitos como este.

Segundo, porque nada bueno hay que informar. Por más que se disfrace o se disimule la realidad, el cuadro no es alentador, y que lo obliguen a tocar el tema cuatro veces al año altera el ánimo de cualquiera porque es confrontarlo con su fracaso pública y reiteradamente.

¡Pobre tocayo!

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