La debilidad de La Fortaleza

«Allegados a La Fortaleza en fila para la judicatura». ¿Y eso es noticia? ¿Cuándo ha sido distinto? Siempre, el Poder Ejecutivo ha hecho uso -- bueno y malo -- de la prerrogativa de nombrar a sus adeptos como jueces. Repásese la historia, y se verá que es una práctica común. A veces se nombra a alguien que vale la pena, pero, en la mayor parte de las ocasiones, se pagan favores políticos,  se rescatan amistades y, sobre todo, se colocan incondicionales para asegurar dictámenes favorables al gobierno. No debería ser así, pero es así.

La justicia sufre las consecuencias de los ineptos y los que sienten la obligación «moral» de pagar el favor de su nombramiento. Un sentir que, a veces, se alarga en el tiempo, condenando al silencio cómplice de quienes vistieron alguna vez la toga «por pala»...

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