Visión preclara de Baldorioty

La violencia en Puerto Rico es tal que se informa, como la gran cosa, que solo hubo dos asesinatos en tres días. Pero, a la misma vez, se registraron cinco suicidios en ese mismo periodo, aumentando con ello a 67 los suicidas en lo que va de año.

Nada más elocuente sobre la salud mental en nuestro país. Aquí matamos o nos matamos, que es otra forma de matar. La adicción a drogas, el alcoholismo, los celos irracionales, el desempleo desesperanzador, el endeudamiento crónico, las enfermedades físicas y mentales, el fanatismo religioso y el machismo exacerbado son todas causas de nuestra elevada tasa tanto de homicidios como de suicidios.

Hace mucho tiempo que el país se desbocó en sus apetencias, en su búsqueda de gratificaciones artificiales e instantáneas, en una ciega y loca carrera en pos de una felicidad falsa. Las voces del decoro, la dignidad, la moderación y la modestia fueron desoídas y ridiculizadas, catalogándolas de atrasadas, ilusas, pasadas de moda, románticas o utópicas.

Hoy cobra realidad trágica la sentencia de Román Baldorioty de Castro en el siglo 19: «Los pueblos, como los individuos, cuando pierden el último rayo de esperanza, o se degradan o se suicidan».

He aquí el Puerto Rico de hoy.

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