«El coronel no tiene quien le [arregle]»

¡Hombre, pero en qué país vivimos! Eso de que un coronel de la Policía sea dueño de un negocio que vende bebidas alcohólicas hasta la madrugada, y en violación del Código de Orden público, es digno de un sainete tercermundista. Ser el dueño -- con todo y que sus hijos lo administran -- nada más bastaría para colocarlo al margen de lo que resulta apropiado para un funcionario del orden público de su categoría. Si a eso le añadimos que la propia policía ha tenido que intervenir varias veces por la venta de bebidas alcohólicas a deshora, la copa se desbordó hace tiempo. El colmo es que el teniente de la región policiaca le ha tenido que llamar la atención al coronel por estas reiteradas violaciones.

Evidentemente, a este coronel hay que botarlo del Cuerpo. Nuestra policía está lo suficientemente deprestigiada, como para que le dé cabida en sus filas a un guapo de barrio como éste, que abusa de su poder y con ello desmoraliza al resto de la Fuerza y a los ciudadanos de la comarca en general.

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