Un falso héroe

La verdadera tragedia de Ricardo Ramírez no es haber perdido su mano izquierda en Afganistán como infante de Marina de Estados Unidos; es ser víctima de una mentalidad belicista que lo ha llevado a luchar por que lo repongan en su puesto en el frente de batalla. Aunque se le quiere presentar como un ejemplo de superación -- y ciertamente hay algo de eso -- lo más importante es preguntarse a qué es que el joven quería regresar y por qué. Como muchos otros «tontos útiles», el muchacho se alistó a los dieciocho años. Evidentemente, sufre del síndrome de G.I. Joe, y, a los 29 años, se ha tragado toda esa propaganda americana de que sus fuerzas armadas están al servicio de la democracia y la libertad en todas los confines del globo. El muchacho tiene tantas ganas de pelear -- y matar -- que litigó contra el gobierno de Estados Unidos para que lo dejaran volver al campo de batalla. (Supongo que demostró que con una mano podía estrangular a un enemigo.)

Como decían hace unos años, el muchacho «está bien malito»...

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