«Toccata y fuga»

Se siguen denunciando casos de abuso sexual contra menores por parte de individuos que dirigen agrupaciones artísticas, deportivas o educativas. Ahora surge el caso de un director de banda escolar que, mientras enseñaba a sus alumnos a tocar, se dedicaba a toquetear a algunas de ellas.

Lo que sorprende en todos estos casos es la ingenuidad de los padres de estos jóvenes, quienes confían ciegamente en las buenas intenciones de estos hombres y se los entregan en bandeja de plata, dándoles un acceso y unas facilidades que les permiten consumar sus fechorías.

También me llama la atención la pasividad con la que ciertas jovencitas consienten -- aunque no sea jurídicamente válido -- estas relaciones, que en algunos casos se prolongan durante años. Aunque puedo entender, parcialmente, que un menor sienta admiración o respeto por un adulto que considera su mentor en algún aspecto, se me hace difícil comprender la aceptación y el sometimiento reiterado a relaciones sexuales y a participar en actividades pornográficas, sobre todo en casos en que el menor tiene cierta edad para darse cuenta de la ilegalidad o inmoralidad de la situación.

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