Una verdad eterna

No me sorprenden las multas impuestas por el Departamento de Asuntos del Consumidor a 71 colegios privados, por hacer caso omiso de su deber de brindar información acerca del negocito de cambiar los textos escolares a cada rato y el maridaje entre colegios, editoriales y librerías, al respecto. Me atrevo a apostar que casi todos esos colegios son religiosos, específicamente católicos, que, en esto, no son muy católicos que digamos.

La educación privada en Puerto Rico es parte de ese sector privado que cree que está por encima del bien y el mal, y no tiene que responderle ni a Dios. Por eso, desafían continuamente el poder de razón de Estado y se resisten a todo intento de regulación, para estar por la libre y actuar arbitaria y caprichosamente, en beneficio -- económico, claro está -- de sus propios intereses.

El relajito de cambiar los textos por dame acá estas pajas, así como el de la exclusividad de los uniformes escolares, es de toda la vida. Los lectores de mi libro Primer viernes: recuerdos de un joven escolar saben que éstas y otras prácticas me llevaron a decirle a la monja directora escolar que la escuela era realmente un negocio disfrazado de escuela.

Cuarenta y cuatro años después sigue siendo cierto.

Comentarios

Hiram Sánchez Martínez ha dicho que…
¡Pobre Alberto! En tu afán por denostar diariamente las religiones, ahora basas tu último libelo en un mero «me atrevo a apostar». Pero, estoy de acuerdo contigo en todo lo demás.
Alberto Medina Carrero ha dicho que…
Hiram:

Como decía aquel predicador televisivo hace muchos años:«La verdad duele».

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