Mirando hacia atrás con esperanza

Se ha dicho que todo lo viejo vuelve a ser «nuevo», y el resurgir de los servicios a domicilio es prueba de ello. La crisis económica ha obligado a muchos a establecer negocios para proveer servicios a las casas o en ellas. En mi niñez y adolescencia en Mayagüez era común recibir la leche, los huevos y muchos otros productos agrícolas que los «revendones» llevaban en sus carromatos por la ciudad, especialmente los barrios pobres. Así también los amoladores de cuchillos y tijeras, los limpiabotas y tantos otros oficios que prestaban su arte a domicilio. Hasta la «bolita», juego clandestino muy popular en la zona oeste, se vendía a domicilio.

Pero, el país se modernizó, y estas cosas cayeron en desuso, en parte porque nos parecieron tercermundistas. Ahora, que se lucha desesperadamente por un empleo o cualquier forma de ganarse un peso, hemos redescubierto estos elementos de nuestro pasado pueblerino, con los que nos damos cuenta de que todo trabajo es digno, y no debe ser menospreciado. Quizá en ese pasado haya otras cosas que nos ayuden a volver a un rumbo hacia una vida colectiva más modesta y más feliz.

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