Mejor promedio, más ayuda

Si bien simpatizo, en términos generales, con los reclamos estudiantiles en su disputa con las autoridades universitarias, atendidas las circunstancias económicas institucionales, me parece que, en la búsqueda de un mejor uso de los recursos, procede que se ajusten algunos beneficios extendidos en épocas de una mejor situación. En este sentido, creo que aumentar de 2.00 a 2.50 el promedio académico que marca la elegibilidad para la exención del pago de matrícula es una medida justa y razonable. Tomando en cuenta que 2.00 equivale a un promedio de «C», es decir, una calificación mediocre o regular, es justo y razonable que se sea más exigente, a la hora de otorgar dicha ayuda, reservándola a los de mayor aprovechamiento.

La igualdad de oportunidades educativas es un logro de nuestro desarrollo social, pero la realidad económica actual exige un mayor rigor en la asignación de ayudas, otorgamiento de becas, y concesión de dispensas y exenciones a los estudiantes. Si hubiera dinero para todo y todos, podríamos darnos el lujo de ayudar más a los de poco aprovechamiento, pero no es así. Lo lógico es que apoyemos de manera preferente a los más inteligentes y esforzados, sin que abandonemos totalmente a los menos capaces.

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