El hombre que decía admirar a Mandela

Mientras el país se entretiene con uno y mil temas -- algunos de dudosa importancia --  Oscar López Rivera continúa en el cautiverio imperial de Estados Unidos. Crece el reclamo de la nación puertorriqueña y el de  muchas otras voces con distinto acento, pero Obama hace caso omiso, entretenido haciendo bromas en foros periodísticos y televisivos. Ofendido por la ofensa a su esposa, mas no consciente de la ofensa a los derechos humanos que él, sabedor de muchas cosas, sigue perpetrando con saña singular.

Cada día que Obama deja pasar sin excarcelar a Oscar es uno más de una cruel y tiránica indiferencia que lo desprestigia ante las buenas conciencias del mundo. ¡Qué momento terrible ese, algún día cuando, a solas, se dé cuenta de su falta de humanidad! Ojalá no tenga que soportar el peso adicional de la muerte de Oscar tras las rejas.

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