Corrupción moral pueblerina

La presentación de cargos por acoso sexual contra el alcalde de Guayanilla da pie para una reflexión, más allá del delito. En éste y otros casos de mala conducta alcaldicia en nuestros pueblos se manifiesta una actitud en parte de la población, que habla muy mal de la gente. Primero, están los incrédulos, que no quieren aceptar que su líder político sea un ladrón o tenga otras malas costumbres. Esa gente siempre saca a relucir que el alcalde o la alcaldesa son excelentes seres humanos. (Probablemente porque les ha hecho algún favor a ellos o a sus familiares.) Segundo, están los que minimizan el delito o la falta imputada, contrastándola con todo lo bueno que ha hecho el incumbente. Por lo tanto, para ellos, esa persona merece que no se le tome en cuenta ese desliz. Tercero, están los que no les va ni les viene lo que ocurra. Son los «tibios» de los que habla la Biblia.

Toda esa gente volvería a votar por el imputado. (De hecho, muchas veces, lo reeligen, a sabiendas de que no son muy católicos que digamos.) Por eso, el país está como está.

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