Otro clavo para su ataúd

Hillary Clinton «no pega una» con el asunto de los mensajes electrónicos durante su incumbencia como Secretaria de Estado. Primero, lo negó. Después, lo aceptó pero dijo que no había hecho nada malo. Luego, admitió que había cometido un error. Más tarde dijo que había entregado todos los mensajes, para que los examinaran, esto después de haber admitido que había destruido miles de mensajes que «no eran importantes».

Pues, ahora resulta que había otros mensajes que ella no entregó, y para colmo, son al general David Petraeus, quien tuvo que renunciar deshonrosamente a su cargo como jefe de la CIA, luego de que se descubriera que había compartido información oficial con su amante. Así que Hillary no pudo escoger peor corresponsal para su «equivocación» u «olvido».

Todo parece indicar que este asunto acabará con sus apiraciones presidenciales.

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