Encuestas cuesta abajo

Me parece que hay un par de cosas que deben decirse de las encuestas, estudios e investigaciones de todas clases que se usan para tomar decisiones, algunas de mucha importancia. Muchas de estas indagaciones se basan en entrevistas telefónicas. ¿Saben lo fácil que resulta mentir por teléfono a alguien que no conoce a uno y ni siquiera le está viendo la cara cuando responde? Pero, más que eso, esas entrevistas usan un método risiblemente estúpido. Con el afán de facilitar la tabulación de resultados, las preguntas hay que contestarlas a base de una escala numérica en la que uno debe ubicar su acuerdo o desacuerdo, satisfacción o insatisfacción con las alternativas provistas a las preguntas. Pero, ¿quién carajo puede hacer eso a conciencia, mucho menos en unos pocos segundos durante una entrevista telefónica? ¿Cómo decide uno si la forma en que uno evalúa algo es un tres, un cuatro o un cinco, por ejemplo? ¿Qué valor tienen estas respuestas?

En fin, todo esto es una chapuza metodológica que debería descartarse y sustituirse con entrevistas abiertas, con preguntas que permitan elaboración y explicaciones de las respuestas. Pero, claro eso da trabajo, y requiere verdadero análisis cualitativo.

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