El final de una payasada perjudicial

Tengo que decir que nunca me gustó Sábado Gigante. Siempre me pareció que era un programa passé dirigido al denominador común mínimo de los latinoamericanos, sobre todo a los residentes en Estados Unidos, confirmando con ello los prejuicios de los americanos acerca de nuestra gente. De verlo, el americano común y corriente concluiría que somos gente poco inteligente, con un gusto cuestionable, nada sofisticada, en el buen sentido de la palabra, objeto legítimo de burla.

Cincuenta y tres años de un mensaje tan negativo han sido demasiado.

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