Una lección de economía

Insisto en que el sector comercial tiene mucha culpa de su fracaso. La poca calidad de sus productos y servicios y los precios exorbitantes, para tener una ganancia irrazonable, han sellado la suerte de muchas empresas grandes, medianas y pequeñas. Un mal producto y un mal servicio hacen más daño que los altos costos de producción o los impuestos. Las dramáticas rebajas de precio son una admisión tácita de que se vende a sobreprecio, es decir, que el precio original era injusificadamente exagerado. Ante tal falta de honradez, el consumidor «castiga» al comerciante dejando de comprarle o aplazando la compra para obligar a que rebaje el precio.

Todas estas cosas desacreditan a las empresas y a los empresarios, que después se quejan de todo lo que hay bajo el sol... excepto de su propia estupidez.

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