Un pesado infortunio

El titular «No puedo más con esto» tiene otra lectura, además de la que propone la prensa. Creo que, en el fondo, con lo que no pueden más esos padres es con la carga onerosa que la vida les ha puesto sobre sus hombros. Entendible. Pero, me parece que el problema de la educación de esos niños o de servicios de transporte es un agravante de una penosa situación, y no el problema en su origen. La vida puede ser muy cruel, y esos padres merecen nuestra conmiseración, pero el Estado no puede resolver situaciones de salud física o mental -- peor cuando se combinan varias condiciones severas en un mismo individuo -- para el resto de la vida. Es una triste realidad, pero realidad al fin. Cuando se leen algunas de las historias publicadas, uno se da cuenta de que estas personas necesitarían a alguien que se mudara con ellas para ayudar a cuidar de esos niños. Esas madres -- muchas veces se han quedado solas -- están agotadas, y quieren un respiro. Pero, esa no es función del Departamento de Educación, en el cual han concentrado sus reclamos.

Repito, no todos los infortunios son enmendables por ley, y la frustración con lo que la vida nos ha deparado -- aunque entendible -- no da derecho a exigencias a un grado que resultan irrazonables.

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