La colonia agoniza

El ELA se ha achicado tanto que su celebración -- hace años multitudinaria y al aire libre -- ahora se ve reducida a una pequeña cancha que en este país tan dado a la hipérbole llaman «coliseo». No hay entusiasmo ya para cantar loas a una situación indigna y actualmente insolvente. A la quiebra moral de la fechoría de 1952 ahora se suma la económica. Los enajenados del partido de gobierno, portaestandartes del colonialismo en nuestro país, hablan como orates, de espaldas a la realidad que todos menos ellos reconocen.

Algunos alegan que el liderato de esa colectividad política sabe cuál es la realidad, pero no la reconoce públicamente, por cuestiones electorales. Pues, si eso es así, mucho peor su cinismo, en perjuicio de un Puerto Rico que necesita, ahora más que nunca, conocer la verdad. Si los colonizados no la quieren decir, es porque la verdad nos hará libres, y ellos rechazan la libertad.

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