Discusión entre lacayos

Los colonizados del Partido Popular Democrático continúan con la cantaleta de la falsa dicotomía entre status político o la atención a los problemas económicos y sociales del país. En una colonia, es decir, territorio que carece de soberanía, nada es ajeno a la falta de poderes ante la metrópoli. Dejando a un lado la honradez en la gestión pública -- a lo que algunos quieren reducir el buen gobierno -- lo cierto es que no hay asunto en el cual la subordinación política no presente una dificultad, limitación u obstáculo para atenderlo eficazmente. Aun los gobiernos más o menos decentes que hemos tenido en nuestra historia es muy poco lo que han podido hacer para resolver los problemas más apremiantes del país. La verdad monda y lironda es que el Gobierno de Puerto Rico tiene y siempre ha tenido poquísima autoridad real.

Los grandes instrumentos de la administración pública no están en manos de Puerto Rico, sino de Estados Unidos. No hay decisión fundamental sobre el país que se tome en San Juan; todas vienen de Washington o necesitan su aval. En asuntos tan medulares como los de la banca, las inversiones y los seguros, la legislación es un calco o una traducción de la federal de Estados Unidos; a veces se copia el texto en inglés y se dispone que será este el que prevalezca. Entonces, ¿qué es lo que gobierna el Gobierno de Puerto Rico? ¿A qué quedan reducidos la Asamblea Legislativa, el Gobernador y el Tribunal Supremo?

Al lastimoso papel de lacayos del poder imperial.

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