Balones mortales

Demasiada violencia hay en el mundo, para que le añadamos la relacionada con el deporte. He dicho muchas veces que el deporte no necesariamente nos hace mejores seres humanos. La historia está llena de atletas y deportistas que han dejado mucho que desear como personas. La identificación extrema con un equipo deportivo lleva a multitudes a comportarse como energúmenos. Deportes como el balompié son caldo de cultivos de violencia irracional.

Acá tenemos nuestra cuota de salvajismo. Lo ocurrido en el juego de la serie final de nuestro baloncesto superior es una muestra de la demencia a la que se llega por la falta de perspectiva acerca de la actividad deportiva. Cuando se está dispuesto a agredir a otro por una decisión o el resultado en un campo de juego, se ha traspasado el umbral de la irracionalidad. No importa lo indignante que pueda ser la injusticia deportiva o lo que se percibe como tal, ello no puede justificar la violencia.

Hay que educar a la gente para que no saque de proporción su adhesión al deporte. No seremos un país y un mundo verdaderamente civilizados mientras haya gente que se comporte salvajemente en canchas, estadios y parques deportivos.

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