Sin prisa, pero con pausa

Ahora, Lutgardo Acevedo no ve una en los tribunales. Luego de no perder una como acusado frecuente, y, para colmo, ser casero del Poder Judicial puertorriqueño, le quitan este guiso y le fallan en contra en un pleito. O sea que el hombre ha pasado de ser un querendón de la judicatura a ser un apestado.

Todo esto en tiempo récord, luego de que los federales «descubrieran» lo corrupto que era, y que aún no se haya concluido la pesquisa «acelerada» sobre el juez que lo absolvía consecuentemente. Al paso que van las cosas, cuando el juez y Lutgardo vayan presos -- esperemos que así sea después de todo el debido procedimiento de ley que corresponde -- todavía la judicatura boricua estará investigando...

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