De exageraciones e histeria

Por supuesto que no se puede negar la gravedad del problema del maltrato a los menores en el país, pero hay cifras que lucen inverosímilmente sospechosas. Es posible que, en nuestro afán legítimo de proteger a los niños, estemos exagerando una situación mala, para hacerla lucir peor, por protagonismo institucional. Un sencillo ejercicio aritmético resulta revelador.

El Departamento de la Familia alega que el año pasado recibió 34,000 querellas de maltrato a menores. Eso supone un promedio mensual de 2,833 y 94 diarias. Me llama la atención que se diga que «de los referidos fundamentados, el 64% fueron por negligencia y/o maltrato emocional». Primero, creo que se debe especificar cuántos de esos 34,000 fueron los fundamentados y, segundo, qué incluye «negligencia o maltrato emocional». No sea que estemos abultando las cifras con incidentes de uno que otro descuido o de gritarle a un niño. Recordemos que aquellas 42,000 querellas que no investigó la administración anterior terminaron siendo 3,500 o algo así.

Me parece necesario separar la paja del grano porque, por lo visto, hay demasiada paja.


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