Una triste víspera de Reyes

Thomas Wolfe tenía razón: la vuelta al hogar no es posible. He estado en mi natal Mayagüez -- esta vez con algo más de tiempo -- y el recorrido por el viejo barrio me ha producido una gran desazón. No solo desapareció mi casa hace mucho, sino que hasta la calle tiene otro nombre. Queda muy poco que yo reconozca de aquella época. Soy un extraño en tierra extraña. Me hago viejo, y me invade una cierta melancolía y nostalgia. Mi madre hubiera cumplido 90 años hoy.

La ciudad en general, a pesar de las luces navideñas, luce abandonada, deprimida. La vida está en otro lugar. Solo el afecto familiar es capaz de reclamar posteriores visitas. Un día no volveré. No tendré fuerzas para enfrentar ese vacío.

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