Avaros y mentirosos

Desde hace cerca de 20 años, el sector privado comenzó el sonsonete de que hay un exceso de burocracia y reglamentación que obstaculiza el desarrollo económico no solo en nuestro país, sino en el resto del mundo. Ese infundio, como tantos otros, ha tenido éxito: el Estado ha desmantelado progresivamente el ordenamiento regulador, dejando el mundo empresarial «por la libre». Parte de esa «desreglamentación» ha sido responsable de la debacle económica mundial en sectores fundamentales como la banca, las inversiones y los seguros.

Pero, como nos enseñó Goebbels, las mentiras que se repiten mucho llegan a convertirse en verdades de aceptación general. Ahí tenemos esa cumbre empresarial en la que se insiste en que invertir en Puerto Rico es harto difícil porque obtener los permisos pertinentes para la construcción y otros asuntos tarda mucho. Claro, esta gente querría que les autorizaran a hacer negocios en tres días. (Al lector que crea que exagero, le recuerdo que el gobernador Rosselló -- artífice del fast track en este contexto -- llegó a proponer que los permisos se concedieran en 24 horas.)

Curiosamente, uno de los empresarios quejosos llegó al país en 2008 y ya tiene ocho tiendas y tiene programado abrir dos este año. Otro, que no se queja, tiene nueve tiendas. Juzgue el lector.

El sector privado no es solo avaricioso, sino embustero.

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