¿Ahora, con qué?

No quiero ser negativo, pero, como he dicho antes, seamos realistas en nuestras expectativas de que las artes y los deportes son varitas mágicas contra las drogas y otros problemas sociales. La historia nos enseña que tanto artistas como atletas son tan viciosos como el resto de la sociedad. Eso de que «el ocio es la madre del vicio» o «mente sana en cuerpo sano» son solo parcialmente ciertos. Los refiero a los titulares de los periódicos de todo el mundo.

Aunque la programación de ciertas actividades extracurriculares en la escuela luego de las horas lectivas podría contribuir en algo a combatir la deserción escolar, yo no apostaría mucho dinero a eso. A quien no le gusta la escuela, no va a permanecer en ella o a volver después de clases para alguna actividad. Lo más probable es que quienes participen de esos ofrecimientos sean los estudiantes aplicados, que no se sienten inclinados a abandonar la escuela.

Por otro lado, como se ha señalado, no hay dinero ni personal para atender a esta matrícula. En escuelas en las que faltan maestros para enseñar las materias regulares, y hasta personal de limpieza, difícilmente habrá gente para ocuparse de dibujo y música o de hacer ejercicio. El gobierno debió pensar en esto, cuando tomó las medidas drásticas de reducción de personal, a partir de 2009.

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