Timoratos ante el tiempo

Una vez más, hacemos el ridículo de, con demasiada antelación, paralizar el gobierno --incluida la judicatura--ante el anuncio de una tormenta tropical. El resultado es que ha pasado todo el día laborable con apenas unos aguaceros que no han representado peligro o inconvenientes mayores. Nos proyectamos como un pueblo asustadizo, que no sabe distinguir entre la sana prudencia y el miedo irracional. Al igual que en ocasiones anteriores, nada había en la información meteorológica oficial que diera base para pensar que deberíamos tomar unas precauciones extremas como las de suspender las labores del Poder Ejecutivo y del Poder Judicial. [Las del Poder Legislativo deberían suspenderse permanentemente.]

Si bien es cierto que «es mejor precaver que tener que remediar», una precaución excesiva puede tornarse en «un remedio peor que la enfermedad».

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