Adoptando una buena actitud

A juzgar por lo que se publica, parece haber una tendencia a que mujeres mayores de edad y profesionales utilicen el mecanismo legal de la entrega voluntaria de sus criaturas para adopción. Concebido para evitar el abandono de recién nacidos, por parte de madres adolescentes--casos que ocurren con cierta frecuencia--luce como una salida para otras que no pueden o no quieren hacerse cargo de un hijo. Aunque puede haber mil razones para esta conducta que ha sorprendido al Departamento de la Familia, voy a esbozar una que creo que está presente en muchos de estos casos.

Los hijos se perciben como una carga. Y lo son, aunque es una que se lleva amorosamente, cuando se tiene la madurez necesaria para traerlos al mundo. Pero, para una joven y ambiciosa profesional, esa carga puede resultar demasiado onerosa; un estorbo muy grande para sus planes de desarrollo personal y progreso en el mundo laboral. Los niños fastidian--unos más que otros--y hay que dedicarles demasiado tiempo. El mundo corporativo suele ser muy exigente, y la competencia por alcanzar niveles superiores es feroz. Ser mujer es, de suyo, una desventaja; estar casada y con hijos es «doble delito».

Después de todo, es mejor que mujeres así de frívolas y vanas entreguen a sus hijos por cualquier vía. Sin talante para ser buenas madres, sus hijos estarán mejor con mujeres más modestas y sencillas.

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