«Carne de cañón»

Ha muerto otro soldado puertorriqueño en Afganistán. Tenía 21 años. Entró al Ejército en febrero de 2010, y en octubre ya lo habían enviado a ese país. No llegó a cumplir un año en el campo de batalla.

Estados Unidos ha anunciado que seguirá en Afganistán, no importa cuántos helicópteros le derriben, con «héroes» como los que mataron a Osama o sin ellos. Después de todo, hay muchos jóvenes dispuestos a morir por «combatir el terrorismo» o cualquier otra cosa que su gobierno le indique.

El imperio no tiene madre. Algunos soldados tampoco. Hace muchas décadas, Pablo Casals decía que, si todas las madres del mundo hicieran causa común para no dejar que sus hijos fueran a matar a otros --como hizo la suya con su hermano menor--, no habrían guerras. Tenía razón. Lamentablemente, muchas los alientan a que se alisten en los ejércitos «para que se hagan hombres» o consigan una «pensión».

Supongo que los entierran con mucha satisfacción.

Comentarios

Roberto Ariel Fernández ha dicho que…
Es triste, pero también indigna, que las madres de los futuros cadáveres no tengan dos dedos de frente. Yo las he visto, orgullosas y hasta culecas cuando los ven vestidos de uniforme, para luego llorar sin consuelo cuando se los devuelven tiesos. Y es que no van a "jugar a la guerra," como cuando eran niños.

Ese tipo de estupidez contribuye a que sigan las muertes prematuras e inútiles.

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