La tierra de Borinquen

Continúa la vieja y estúpida costumbre de compararnos con Estados Unidos en todos los renglones. Es consecuencia de la mentalidad colonial; de ese pensar que somos parte de ese país, cuando no pasamos de ser una mera posesión. Entonces, nos comparamos con «otras jurisdicciones de la nación», como si ello fuera posible o siquiera deseable.

Ahora nos vienen con el cuento de que vivir aquí es más caro -- un 13% -- que vivir allá. ¿Y qué? Como si la vida se midiera exclusivamente en pesos y centavos. Hombre, claro que lo económico es muy importante, pero, como han descubierto muchos, hay otras cosas que afectan la calidad de la vida.

Tomemos el clima, la temperatura y los fenómenos naturales. No sé el lector, pero yo no me mudaría a un sitio en que la mitad del año haga un frío del carajo, sea peligroso manejar y no se pueda ni salir al buzón frente a la casa. Tampoco donde a cada rato se desata un tornado que arranca las casas de cuajo.

Ni soñar a un lugar donde el racismo es seña de identidad, que se manifiesta violentamente, a la menor provocación o sin ninguna.

¡Mejor «como tierra» en mi tierra!

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