Desacierto pedagógico

La queja legislativa de que no se atienden proyectos de ley para añadir contenido al currículo de la escuela pública hay que cogerla con pinzas. De lo que informa la prensa surge que son demasiados los cursos que se pretende añadir; las intenciones son buenas pero irrealizables. Lo que uno tiene que preguntarse es si hay tiempo y recursos de toda clase para incorporar esas clases adicionales. No hay escuela en el mundo que pueda ofrecer todo ese contenido en el tiempo lectivo disponible; ni siquiera si las escuelas funcionaran los siete días de la semana en periodos de 12 horas.

Es irreal -- por no decir estúpido -- pretender que la escuela se ocupe de asuntos que, aunque meritorios, van mucho más allá de las materias básicas cuya enseñanza es su principal cometido. De sobra sabemos que hay carencias e insuficiencias en el aprovechamiento académico de los cursos medulares en nuestras escuelas. Recargarlas con materias que pueden ser atendidas fuera de la escuela, en otras instituciones públicas o privadas o en el hogar es una mala política pública, por ineficaz.

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