Un Cardenal de verdad

Estoy en buena compañía. Hace poco, escribí que la canonización de Juan Pablo II se daba a despecho de un papado muy largo durante el cual se había encubierto buena parte de la pederastia clerical. Ernesto Cardenal lo ha dicho mucho mejor que yo: es una «monstruosidad», y ha resaltado la protección que JPII le dio a Marcel Maciel, un clérigo cuyos delitos y pecados son de antología.

Quiero creer que al papa Francisco le ha tocado la papa caliente de esta canonización urdida antes de su incumbencia, por lo que no ha tenido más remedio que llevarla a cabo, a pesar de no creer en ella. El Papa actual es un hombre de conciencia, a quien le tiene que asquear santificar a un hombre que manchó la representación de Cristo de esta manera.

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