Un precio demasiado alto

La insensibilidad de este gobierno es tal que, ante el reclamo legítimo de que se reduzca la onerosa facturación por el servicio eléctrico, opta por lo más fácil aunque pernicioso para la salud del país: usar combustible más barato, con un contenido mayor de azufre. Y al diablo con los miles de asmáticos y otros que padecen de enfermedades de las vías respiratorias. Cuarenta años después del despertar de la conciencia ambiental y su legislación protectora, se tiene la pretensión de proponer este inmoral quid pro quo, apostando a la desesperación de un pueblo agobiado por un costo de la vida asfixiante.

Este gobierno de analistas financieros, banqueros y contadores, que solo saben de números, quiere cuadrar las cuentas públicas a costa de la salud del pueblo, como un mero ejercicio matemático. He aquí un tema prioritario para el movimiento de «indignados» que se gesta en estos días.

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