Indiferencia criminal

Una vez más se produce una tragedia «anunciada» y consumada por la indiferencia y un sentido equivocado de compañerismo en el propio sistema que debe velar por la seguridad pública. El asesinato de su criatura, la tentativa de asesinar a su esposa y el suicidio del policía no pueden sorprender a la Policía de la cual era parte y a la Fiscalía que desatendió una muestra previa del desquicie del victimario. Por más que se afirme lo contrario, persiste en los cuerpos policiacos un esprit de corps malsano, que lleva a la tolerancia y al encubrimiento de conductas antisociales y hasta ilegales. De ahí que se lleven a cabo «investigaciones» fatulas dirigidas a absolver a los miembros del Cuerpo. En este caso, la Fiscalía se unió a la comparsa, al no calibrar adecuadamente los hechos que claramente presagiaban la tragedia actual.

La experiencia demuestra a la saciedad que estos casos no pueden ser tratados con esa pasividad. Una vez un individuo--sobre todo si está armado-- da muestras inequívocas de inclinación a hacerle daño a su familia o seres queridos a quienes tiene fácil acceso, hay que tomar medidas drásticas rápidamente para sacarlo de circulación. De lo contrario, «la sangre de esos justos» cae también sobre las autoridades.

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