No hay ambiente

La denuncia de que las leyes de protección ambiental no se cumplen no es noticia, pues sus resultados están a la vista de todo el mundo. El desarrollismo desenfrenado se impuso hace tiempo a la conservación en el plano gubernamental. La militancia de grupos ecologistas no ha sido suficiente para contrarrestar la aplanadora privada aceitada por la complacencia oficial legislativa, ejecutiva y judicial. Lo que una vez se denominó como «gran deferencia y respeto» por las decisiones administrativas se ha convertido en pase preferente a los caprichos gubernamentales de turno. Una que otra ley orientada al uso juicioso de los recursos naturales queda inoperante por la desidia oficial o emasculada por interpretaciones judiciales que acomodan de manera muy complaciente las pretensiones de los poderes políticos en detrimento del ambiente natural. Es la apoteosis del modelo moscosiano en manos de quienes toman agua embotellada, viven permanentemente en aire acondicionado y vacacionan en las nieves de Vail, Colorado.

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