Contradicción colonialista sobre el cabotaje

La iniciativa del Comisionado Residente con respecto a la Ley de Cabotaje, aunque flojona y mal encauzada, tiene algo de mérito y, sobre todo, resulta muy reveladora. Claro que su propuesta es extremadamente tímida y hasta tonta, habida cuenta de que parte de la base de una falta de información fidedigna que no es cierta. Pero, en su servilismo ante el poder imperial, incluso pone en duda la honradez intelectual de un sector al que le pide ayuda en el reclamo que le hace a Washington. Hoy, se cita al Director Ejecutivo de la Asociación de Industriales, diciendo: «[El eximir a Puerto Rico de la Ley de Cabotaje] es parte de nuestro reclamo histórico, que llevamos haciendo como 40 años». ¿Acaso los industriales son una partida de irresponsables que, sin tener una base racional para ello, se han pasado 40 años pidiendo algo sin ton ni son? Pues, hombre, si estos señores industriales, gente que sabe de números, están convencidos de ello, ¿a qué viene la petición de Pierluisi para que se haga un estudio «contundente» que demuestre que lo que se pide será beneficioso para Puerto Rico? De hecho, la sumisión es tal que Pierluisi espera que el estudio demuestre que esa decisión también sería beneficiosa para Estados Unidos.

He ahí el problema. Atarlo todo, subordinarlo todo a los intereses de Estados Unidos es condenarnos a ser un mero apéndice de ese país. Condicionarlo de esta manera deja la puerta abierta para que el estudio concluya que, aunque beneficioso para Puerto Rico, no lo sea tanto para Estados Unidos, y con ello se dé al traste con toda la gestión. El planteamiento de alguien que no sea un lacayo del imperio tiene que ser de justicia para nuestro país, aunque se afecten ciertos intereses del sector privado o público del país que nos explota económicamente.

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