«Lucé» lució mal.

Una vieja demanda contra el Gobernador, su esposa y otros funcionarios de la Mansión Ejecutiva recobra vitalidad jurídica y, con ello, pone sobre el tapete una vieja y mala costumbre de la política partidista. Se trata del despido de empleados por razones puramente políticas, que, como en este caso, alcanza a empleados de limpieza y mantenimiento, los cuales, ciertamente, no intervienen en modo alguno en asuntos de gobierno. Aunque se reconoce la facultad de un gobernante para tener a su lado gente de su confianza, esto no incluye al jardinero ni a la planchadora...a menos que se piense que el primero va a «esmochar» las plantas y la segunda va a dejar la ropa arrugada, todo para deslucir al Gobernador y a su esposa. Que se despidieran trabajadores que llevaban casi 20 años realizando labores domésticas en La Fortaleza, para sustituirlos por unos afectos al gobierno, fue el presagio de la insensibilidad que desembocó en los despidos masivos de la Ley 7 en el resto del Gobierno de Puerto Rico.

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