«A Dios rogando, y con [la macana] dando»

Sin duda, la Policía de Puerto Rico pasa por un mal momento, habida cuenta de los líos judiciales en los que se ven involucrados dos altos oficiales, amén del del coronel de la Policía Municipal, que en algo la salpica también, dada su procedencia del cuerpo estatal. Aunque de cualquier manera la situación sería incómoda para el cuerpo policial, lo es más porque se trata de imputaciones de delitos contra menores y contra la mujer, dos clases especialmente protegidas en la actualidad y objeto de fuertes campañas de orientación y prevención, de las cuales participa prominentemente la Policía.

Uno no puede dejar de pensar en cómo la vida, en un giro, a quienes hacen profesión de ser custodios de la ley y el orden, se muestran inflexibles al aplicar las normas y abusan o son crueles con quienes reclaman sus derechos, los coloca en la picota pública a merced del escarnio social por conductas bochornosas. Las fanfarronadas de ayer son los lamentos de hoy, la prepotencia convertida en desprestigio y humillación.

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