¡Cuidado con las «condecoraciones»!

Mientras más tiempo pasa, más se descubre de la podredumbre moral en la milicia norteamericana manifestada en Afganistán e Irak. El arresto del ex militar puertorriqueño por pornografía infantil y otros delitos sexuales contra menores aquí pone al descubierto que el individuo participaba de un tráfico ilícito de ese tenor dentro de los círculos militares en tierras afganas, de donde trajo parte del material.

Esta degeneración no me sorprende en lo más mínimo, pues es parte de lo que el mundo ha visto en las fotos y las grabaciones en las bases y campamentos de detenidos en manos de los americanos. La degradación humana que supone participar en torturas y matanzas de personas, inluidos civiles inocentes, como algo rutinario corrompe el alma de tal manera que ya no hay límites a su maldad. El sentido de prepotencia que da el uniforme de invasor con superioridad material se traduce en un envalentonamiento que se piensa impune por las más terribles transgresiones a la ley y a la moral.

Todas estas cosas deben llevarnos a una reflexión acerca de la participación de nuestra gente en las fuerzas armadas de Estados Unidos, y a moderar el entusiasmo con el que algunos los proclaman «héroes» indiscriminadamente.

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