Seguirán «ajogaos».

En nota periodística, se expone el problema de la gran incidencia de asma en nuestro país, puntualizando su exacerbación por la contaminación ambiental natural y mencionando con cierta timidez la producida por el ser humano.  El destaque del polvo del Sahara y las cenizas del volcán Soufriere como fuentes importantes de contaminantes que inciden en el asma es también una «cortina de humo» para dejar en un segundo plano las fuentes industriales.  El sector privado tiene una gran cuota de responsablidad en este asunto, pues, si bien nada o muy poco se puede hacer con desiertos y volcanes ajenos y lejanos, la contaminación industrial es controlable y evitable.  Por supuesto, ello supone un gobierno comprometido con el ambiente y la salud, y no uno como el nuestro, himen complaciente de los grandes intereses económicos.  Lo cierto es que, desde que comenzó la industrialización en gran escala en Puerto Rico - en la década de los años 40 - no ha habido voluntad política de meter en cintura a los industriales.  En la actualidad, con el «cuco» de la crisis económica, la hay menos, pues se cede demasiado fácilmente ante el argumento de que las protecciones ambientales encarecen los costos de producción y el país es menos «competitivo», bla, bla, bla.

En fin, por el futuro previsible, no auguro ni un «respiro» para nuestros asmáticos...

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