«Hoy por ti y mañana por mí.»

Una de las señales del cinismo político partidista en cualquier parte es la doble vara con la que se mide el desempeño gubernamental según se esté en la oposición o en el poder. La oposición siempre reclama que el gobierno tiene la culpa de todos los males y que nada o muy poco hace para corregirlos. El gobierno, por su parte, señala que los problemas son muy complejos y que hace falta la cooperación ciudadana. Por supuesto, los afectos al gobierno instan a todos a brindar esa colaboración, pero cuando su partido está fuera del poder, entonces, toda esa comprensión que pedían antes no están dispuestas a darla. Al contrario, se tiran a la calle a exigir, a las malas, que el gobierno resuelva todos los problemas instantáneamente.

Es así como la llamada sociedad civil, a veces, es poco civilizada y contribuye a la falta de cohesión y solidaridad de una comunidad. No se trata, por supuesto, de ser mansos corderos y aceptar pasivamente cualquier proceder gubernamental, pero tiene que haber una buena fe básica que permita que se lleven a cabo unos procesos, sin un apremio exagerado o un litigio interventor. En última instancia, todos debemos querer que el gobierno tenga éxito, independientemente de quién ostente el poder.

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