Quitando la careta de la provocación oficial

No soy el primero en señalar la sospecha razonable de que los encapuchados que ayer hicieron esos destrozos en la Universidad de Puerto Rico son «agentes provocadores» al servicio del Estado policiaco que vivimos. Es mucha casualidad que, acabando de decirse que la permanencia de la policía y, sobre todo, la Fuerza de Choque, en el campus iba a depender del comportamiento estudiantil, aparecieran 25 encapuchados a realizar unos actos de forma tan obvia y sin sentido, mientras ningún policía los detuvo. ¿Por qué? Porque, de haberlos detenido, se hubiera revelado su identidad y sabido que no eran estudiantes bona fide sino elementos puestos allí para justificar el regreso de la Fuerza de Choque. La movida del gobierno es tan transparente que, si no fuera trágica, sería cómica.

Pero, es trágica la práctica de infiltrar los grupos que de alguna manera se oponen al gobierno, para cometer actos de sabotaje y vandalismo que los criminalicen y den lugar a una represión que, en algunos casos, como el del Cerro Maravilla en 1978, termine con asesinatos y encubrimientos. El movimiento estudiantil tiene que estar alerta a esta campaña de descrédito y, literalmente, desenmascarar a esos encapuchados desestabilizadores de las luchas legítimas de reivindicación social.

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