Reclusión voluntaria e involuntaria

Ana Cacho no cesa en su empeño de manipular la opinión pública  e influir en el ánimo del tribunal para lograr sus propósitos. Ahora se ha recluído voluntariamente en un hospital siquiátrico, por estar «deprimida». Le ha tomado diez meses deprimirse, desde el homicidio de su pequeño hijo ocurrido bajo su techo y en circunstancias que ella no ha querido explicar. Siguiendo el ejemplo de Jorge de Castro Font, se ha entristecido grandemente y ha buscado refugio en una casa de salud mental, girando contra el proverbial «¡ay, bendito!» puertorriqueño.

Lo curioso de todo esto es que, en los días siguientes a la muerte trágica de su hijo, se le vio siempre bien arreglada, con ropa ceñida al cuerpo, gafas oscuras, muy sexy, y sobre todo, en una actitud combativa y desafiante. Toda su proyección personal resultaba incongruente con la de una madre que acababa de perder a su hijo víctima de una mano criminal. Quizá si dijera la verdad y descargara su conciencia de lo que ocurrió aquella noche, no tendría que recluirse en un hospital siquiátrico...aunque se arriesgaría a otra clase de reclusión.

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