Una celebración auténtica

Sigue bajando de categoría la «celebración» del 4 de julio en Puerto Rico. Con cada año que pasa se reduce el escenario en el que se llevan a cabo los actos oficiales, y hasta los extraoficiales de los anexionistas, cuando no están en el poder. La ubicación es no solo pequeña sino recóndita, como para que no nos enteremos del poco público que se congrega. El periódico toca el tema tibiamente en la página veintipico. Tampoco se transmiten por radio o televisión. En fin, es una actividad invisible, por inconsecuente.

Lógicamente, ¿qué entusiasmo puede generar el aniversario de la independencia de otro país, sobre todo, cuando es el que nos niega la nuestra? De alguna manera, aun los que no son independentistas, ya no pueden más con el absurdo de, en esta colonia, rendir culto a los independentistas de esa otra nación.

Un día bendito este pueblo se tirará masivamente a la calle a celebrar con júbilo incontenible nuestra independencia. Entonces, lo sabrá el mundo entero, y lo celebrará con nosotros.

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